Los sulfitos son unos compuestos químicos que se utilizan como conservantes en la elaboración del vino. Su función es evitar la oxidación y el desarrollo de microorganismos indeseables que puedan alterar la calidad del producto. Sin embargo, los sulfitos también pueden provocar reacciones alérgicas o intolerancias en algunas personas, por lo que su uso está regulado por la normativa europea e internacional.
La normativa y el etiquetado de los vinos con y sin sulfitos varía según el tipo de vino y su origen. Según el Reglamento Delegado (UE) 2019/934 de la Comisión, de 12 de marzo de 2019, que completa el Reglamento (UE) nº 1308/2013 del Parlamento Europeo y del Consejo, los límites máximos de sulfitos permitidos en los vinos son los siguientes:
- Vinos tranquilos: 150 mg/l para los vinos blancos y rosados y 100 mg/l para los vinos tintos.
- Vinos espumosos: 185 mg/l para los vinos blancos y rosados y 150 mg/l para los vinos tintos.
- Vinos de licor: 200 mg/l para los vinos blancos y rosados y 150 mg/l para los vinos tintos.
- Vinos de aguja: 235 mg/l para los vinos blancos y rosados y 185 mg/l para los vinos tintos.
- Vinos de cosecha tardía: 300 mg/l para todos los colores.
Estos límites se reducen en 50 mg/l para los vinos ecológicos y en 30 mg/l para los vinos biodinámicos. Además, existen otras normas específicas para algunos países o regiones, como Estados Unidos, donde se prohíbe la adición de sulfitos en los vinos con certificación orgánica.
Los vinos que contengan más de 10 mg/l de sulfitos deben indicarlo obligatoriamente en la etiqueta con la frase «contiene sulfitos» o su equivalente en el idioma del país de destino. Los vinos que no contengan sulfitos añadidos pueden indicarlo voluntariamente con la frase «sin sulfitos añadidos» o «no contiene sulfitos añadidos», siempre que el contenido total de sulfitos sea inferior a 10 mg/l.
El etiquetado de los vinos con y sin sulfitos debe cumplir con las normas generales de información al consumidor, que establecen que el etiquetado debe ser claro, veraz, legible y no inducir a error sobre las características del producto. Además, el etiquetado debe incluir otros datos obligatorios, como el nombre del producto, el grado alcohólico, el volumen neto, el nombre o razón social y la dirección del operador responsable, el número de lote, el país de origen o el lugar de procedencia y las indicaciones geográficas o denominaciones de origen protegidas cuando proceda.